Hablar de Twelve Foot Ninja es muy complicado. Bueno, no. Mejor dicho, hablar de Twelve Foot Ninja es muy fácil. Lo difícil es hablar sobre su música. Y me explico.
El cuarteto procedente de Melbourne tiene una facilidad tremebunda para destilar discazo tras discazo, siempre arriesgando un paso más y alcanzando cotas de perfección musical a la que muy pocos son capaces de llegar, y con este «Vengeance», no hacen más que ratificarlo. Ahora bien, definir el sonido o los estilos musicales que tocan estos australianos es harto complicado. Pero no nos adelantemos y pongámonos en contexto.
Twelve Foot Ninja es una banda de metal progresivo/experimental compuesta por Kin Etik a las voces, Shane Russell a la batería, Stevic Mackay como guitarra principal, y Rohan Hayes a cargo de la rítmica y de los coros. Para los que no los conozcan, este «Vengeance» es su tercer larga duración, sucesor de «Outlier» (2016), y ya por 2014, ganaron el premio a Nuevos Talentos en los Revolver Golden Gods Awards, cuando sólo contaban con un lanzamiento en el mercado, «Silent Machine», fechado en 2012.
¿Qué nos vamos a encontrar en este álbum?
Como he dicho anteriormente, describir el sonido de TFN es muy difícil. Si vamos a lo rápido, colocarle la etiqueta de metal progresivo y/o experimental sería lo más sencillo. Pero no estaríamos siendo justos con ellos. Porque a lo largo de su corta (pero más que prometedora) carrera, han indagado en géneros que a priori no casan especialmente bien entre ellos, a saber, el djent, el funky, el jazz, el rock, y muchos más, todos ellos, y eso sí, bajo el gran paraguas del metal progresivo. Y algo así es lo que nos vamos a encontrar en este «Vengeance».
En el análisis tema a tema vamos a intentar destripar la amalgama de sonidos que componen los 10 cortes, de poco más de media hora de extensión en su totalidad, pero que nos harán viajar siempre y cuando seamos curiosos y de mente abierta.
Análisis tema a tema
Como si de una declaración de intenciones se tratase, el compacto comienza con «Start the Fire», uno de los cortes más contundentes (y mejores) del disco. Comenzamos con unas pistas de bits electrónicos pregrabados y que como digo, dan paso a unos de los riffs más potentes del trabajo. La contraposición de screams con voces limpias por parte de Kin Etik nos sirve como muestra de la versatilidad vocal que atesora este cantante. Un aroma a nu metal vanguardista abraza el tema de principio a fin.
Y si en «Start the fire» hablo de la versatilidad vocal del señor Etik, esperad a escuchar «Long Way Home». Los cambios de ritmo son la tónica presente en este tema, muy rollo System of a Down, y es que hasta Kin me recuerda poderosamente a Serj Takian en él. Las influencias jazzísticas impregnan el corte al comienzo, pero especialmente en el último tercio del mismo. De lo más destacado de este «Vengeance», os hará viajar, lo aseguro.
Un sintetizador nos da paso al tema encargado de dar título al álbum, y es que este «Vengeance» comienza con un ritmo pausado durante su primer tercio, sufriendo un in crescendo memorable y desembocando en un estribillo potente y adictivo. Un corte que a nivel vocal bebe mucho de Mike Patton y sus Faith No More. Para ser justos, es como si Faith no More tuviesen un hijo bastardo con Daft Punk, resultando todo en una bizarrada perfecta.
«IDK» es una de las pistas más tranquilas y pausadas del trabajo. Un tema tremendamente funky y con un componente disco muy marcado, que sólo se ve alterado por unos riffs y screams potentes que aparecen de forma aguda y sin avisar en su coqueto y corto estribillo.
Continuamos con «Shock to the System», donde la música techno y disco se dan la mano en su comienzo. Una vez más, una suerte de mezcla entre Daft Punk y Depeche Mode donde una voz robótica se acompaña de potentes riffs de guitarra y donde los coros de Rohan cobran gran protagonismo. La música latina representada a modo de tango hace acto de presencia, y sí, habéis leído bien, un puñetero tango a mitad del corte. ¡Qué facilidad para mezclar sonidos tan dispares y que el resultado sea tremendamente orgánico!
En «Gone» el componente disco propio de la década de los 70 vuelve a ser el gran protagonista, sin restar importancia al sintetizador, siempre presente en el corte.
Probablemente de trate de la canción menos metal de todo el trabajo, pero no por ello deja de ser adictiva y entra como cuchillo en mantequilla.
En «Culture War» vuelven los Twelve Foot Ninja más violentos y agresivos, cediendo protagonismo a las voces limpias y partes más melódicas únicamente al estribillo. Pero ojo, que la creatividad musical no muere en él. Sonidos eminentemente mexicanos harán acto de presencia en su parte final, como si de unos mariachis se tratasen, pero eso sí, todo aderezado con un toque mathcore que transforma el tema en una perfecta y preciosa bizarrada marca de la casa.
El trabajo de Shane Russell tras los parches en «Dead End» es descomunal. Un tema con un enorme groove, intenso, pesado, y donde la voz vuelve a ser protagonista, alcanzando un equilibrio perfecto entre partes limpias y desgarradoras. Muy adictiva ciertamente.
Ojo a la colaboración de lujo en «Over and Out». Nada más y nada menos que la genial Tatiana, vocalista de Jinjer, en uno de los cortes más melódicos de todo el plástico. Un perfecto duelo de voces privilegiadas donde la cantante ucraniana demuestra que su voz puede ser angelical, limpia y preciosista, ayudando en unos geniales coros y evidenciando que sabe salirse de su zona de confort y salir más que bien parada.
Para cerrar el tercer trabajo de los australianos disfrutamos de «Tangled», un tema semi acústico, lento, pero mucho más íntimo que sus nueve hermanos predecesores. Las orquestaciones e instrumentos de viento que acompañan no hacen más que añadir epicidad a un final de fiesta sobresaliente.
Conclusión final
Cuando escuchas una y otra vez un disco que supera los 40 minutos de duración y te ensambla de forma compacta y orgánica el crisol de sonidos que componen este «Vengeance» está ciertamente al alcance de muy pocos. Más, si cabe, teniendo en cuenta que estamos ante una formación relativamente joven y que nos está presentando el que es su tercer trabajo.
Lo que es innegable es que Twelve Foot Ninja han echado toda la carne en el asador y que han apostado por experimentar más que nunca y dar un paso más allá en su búsqueda de la perfección musical. Una perfección que, como dije anteriormente, no gustará a todos, pero que a los amantes de los sonidos más extrovertidos, bizarros y experimentales, le será un regalo más que sabroso para su paladar.
No sabemos dónde está el techo de estos chicos australianos, lo que está claro es que paso a paso, se están acercando al olimpo de los grandes en esto del metal progresivo/ experimental, y que difícilmente se van a escapar de mi top 10 de los mejores trabajos del presente año que ya agoniza.
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